“Los bancos centrales del G-7 prefieren una crisis financiera global a tener que sacrificar el modelo capitalista. La gestación de las múltiples burbujas greenspanianas llevó a una megaburbuja teratológica que es preferible dejar estallar antes de que arrase con todos sus jugadores. No es poca cosa: se trata del estallido del sistema de ‘flotación’ impuesto unilateralmente por Nixon en 1971, que se sumó a la desregulada globalización financiera feudal en 1991. Habrá que ver cómo se repone el sistema capitalista de su orgía especulativa, que pone en riesgo su propia existencia y la supervivencia del género humano. Se muere una burbujeante era financiera de 35 años.”
Nuestro mundo evidencia una serie de cambios estructurales cuyo alcance habrá de sentirse por generaciones. Asistimos al fin de una era, cuyo punto de inflexión desde la perspectiva geoestratégica se genera con la desastrosa intervención de Estados Unidos en Irak, inicialmente planificada como vía de escape a una casi inevitable crisis financiera. Desde Shanghai hasta Davos, desde San Pablo hasta Moscú, la globalización tal como la conocemos no podrá resistir indemne las convulsiones que se ciernen sobre ella.
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